SiCKO (2007) - Crítico del US Health Care System ...[versión en español]

sábado, 23 de diciembre de 2006

Lecciones no aprendidas?
I. El brote de fiebre tifoidea en una ciudad intermedia (2003)

Durante el fin del año 2003, el sistema de vigilancia en salud pública de Tunja, una ciudad intermedia capital de departamento, detectó un brote de S. Typhi que dejó en clara evidencia la inexistencia de un proceso de verificación técnica y manejo en equipo de las emergencias sanitarias; a su vez, creó la necesidad de organizar de manera seria un sistema de vigilancia epidemiologica en salud pública mas real, menos centrado en la norma, y totalmente activo desde el punto de vista no solo de la investigación sino de la implementación de controles, donde el centro de la acción fuese la familia más que el individuo, y por extensión la sociedad local.

Pero, aparte del interés y curiosidad que se generaron en su momento, o de la preocupacion de los políticamente responsables, se ha avanzado en algo desde aquella época? La gravedad del evento sirvió de matriz para generar nuevas actitudes frente a la salud publica local?

Detectada la emergencia, y producto de un primer análisis por la oficina de vigilancia epidemiologica del municipio, fué localizada la zona del brote: en aquel momento se previó que un área extensa que comprendía cinco barrios, mas de 40.000 personas, estaba en riesgo real de enfermar dada la virulencia del gérmen, su capacidad de propagación y las condiciones socioambientales y de cultura local reinantes allí. Además existía la posibilidad de que el brote se propagase a otros sectores de esta ciudad de más de 200.000 habitantes, e incluso a poblaciones cercanas, producto de la movilidad natural de la población y estimulado por un inadecuado manejo de la información desde el nivel gubernativo.

Por ello, la implementaciòn de acciones propias de la investigación y acción epidemiológica, incluido el rastreo casa a casa, el cerco epidemiológico, la concentración en el área de fuerzas especialmente documentadas para el caso (promotores y técnicos del grupo de saneamiento ambiental, dos promotores de salud, una enfermera de la ESE municipal, el médico epidemiólogo, la policía y el laboratorio de salud departamental como apoyo), junto al monitoreo posterior del brote previendo aparición de nuevos casos, ofrecieron un panorama oportuno y acertado de contención que en otras circunstancias hubiese tenido graves connotaciones sociales y económicas para la ciudad.

Durante 8 dias en la zona cercada hubo decomiso de productos para consumo humano y alimentos con condiciones que se evaluaron como de riesgo para la salud, se hicieron requerimientos legales e incluso se efectuó el cierre temporal de establecimientos por evidencia de mal manejo de alimentos para consumo y de contaminación de los mismos; también se establecieron controles al expendio, que fueron efectivos en horarios atípicos, algunas veces requiriéndose el respaldo de la misma policía ante la resistencia de algunos expendedores. Por parte del grupo de salud se realizaron visitas a casos sospechosos detectados gracias a una encuesta previa hecha casa a casa dentro del un terreno que se definió con base en el análisis de los casos iniciales. Finalmente se informó de manera prudente a la comunidad afectada, que se mantuvo totalmente receptiva a las intervenciones. No se produjeron comunicaciones alarmistas ni se dió mayor difusión a la que se considero necesaria.

La vigilancia posterior no evidenció nuevos brotes ni se reportaron nuevos casos aislados en la ciudad, con lo cual treinta dias mas tarde se dió por finalizado el episodio generándose una serie de recomendaciones a la institución gubernativa orientadas especialmente al fortalecimiento de programas para el manejo adecuado de alimentos, y al control de expendios y productos (alimentos para humanos) en circulación. Se destacó el rol de notificador de una IPS privada, donde se detectaron la mayor parte de los casos iniciales, lo cual sirvió de motivador al resto de unidades y al propio Comité de vigilancia epidemiológica del municipio -COVE-, que vió cómo su pronóstico hecho en alguna reunión meses atrás, no estaba tan desfasado de la realidad.

Así, con anterioridad al evento, el COVE había advertido que las Enfermedades Transmitidas por Alimentos (ETAs) debían ser consideradas como una posibilidad real para el municipio, a pesar de no estar bien documentadas, suponiéndose que un buen número de ellas se clasificaron erróneamente como enfermedad diarreica sin mayor estudio. Se sugirieron entonces una serie de estrategias para enfrentarlas, las cuales lamentablemente se ignoraron y prácticamente terminaron no siendo implementadas.

Tristemente para el municipio -y para el propio COVE-, en un giro más administrativo que técnico, todo aquello trabajado y propuesto cayó pronto en el olvido. Con ello, el sistema de vigilancia retornó al punto del mínimo posible exigido por la norma -que es donde aún se mantiene, tres años mas tarde; no se desarrollaron las unidades notificadoras más allá del criterio de ser un 'recolector o informador numérico', y tampoco se pensó en mejorar o adoptar una metodología para enfrentar el riesgo presente y actuar de inmediato.

Conclusión
Con lo anterior, podría considerarse que la respuesta al primer interrogante queda resuelta: si hubo algún avance operativo y conceptual para el municipio en el tema de manejo de emergencias biológicas, el desfase entre lo administrativo y lo técnico significó, en términos de resultados, el desmonte de una propuesta de vigilancia e intervención, que si bien no es la unica posible, no fué reemplazada por otra.
Actualmente
el desconocimiento del nivel y tipo de riesgos, junto a la ausencia de una guia conceptual y metodológica adaptada, facilitan el que se incrementen en la población ciertos eventos no deseados sin que el municipio lo note oportunamente. De cierta manera, en cuanto al tema se refiere, el municipio retornó al nivel de una unidad que reporta sin generar acción(es) inmediata(s) hasta tanto no exista la orden de un ente superior para hacerlo.

Reconocemos con esto la respuesta al segundo interrogante: históricamente en el municipio muy pocos cambios se han dado a partir de sucesos graves de salud; surgen las explicaciones, ruedan algunas cabezas -no tan literalmente, claro-, y los que quedan en su puesto se comprometen al cambio. Con el tiempo, llega el olvido y con éste el perdón social. Como no se analiza, la historia tiende a repetirse, por lo que no es de extrañar que en este caso, la aparente falta de gravedad del suceso, y la no trascendencia en la población general -que sólo fueron dos productos esperados de un manejo acertado del evento y la información por la oficina de vigilancia en salud publica del municipio-, se sumen para que se adopte la postura mas fácil y no se mencione el tema ni siquiera en aspectos de planeación dentro del programa de vigilancia y mas extensamente dentro de los lineamientos de acción anual del ente encargado.

pero la siguiente pregunta sería, 'qué debe hacerse para subsanar esto?'.

Cuando se busca solución a este tipo de problema se piensa que de no actuarse inmediatamente, publicitando la acción con el fin de impactar la memoria colectiva y presionando al gobierno local por acciones más perdurables -del tipo de programas, por ej.-, no se logrará evitar el estrago de la amnesia colectiva y del oportunismo casual asociado. Y puede ser cierto, pero no es la única forma de ver el problema.


Para fortuna nuestra siempre existirá un pequeño colectivo que mantiene un bajo perfil, cuyo interés va más alla de lo insubstancial, que busca generosamente alternativas, y que no olvida lo importante de los sucesos; es a ellos a quienes debemos acudir en ausencia de una memoria institucional efectiva, pues su experticia y la vivencia de los problemas se enfocan a la solución, documentándola y rastreando otras alternativas, con el fin de proponerlas en el momento historicamente adecuado. Ellos son la memoria histórica a la que se debe acudir para el rescate de valores y preceptos que nunca debieran perder la vigencia social.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya van cinco años de aquel episodio, y curiosamente aún no se observa mejoría ni actitudes de responsabilidad administrativa frente a este tipo de episodios.

Será que aquello no es algo tan importante realmente? Esperamos a que surjan problemas derivados de los riesgos latentes identificados para intervenir? O actuamos preventivamente y con decisión...

PD: Dudo mucho que a lo largo de estos años los funcionarios que han pasado por el programa de VSP de Tunja hayan podido actuar con cierta libertad. No podemos permitirnos pensar si todos han sido o no competentes. Ese no es el problema.